
La experiencia fue larga (casi diez años terrícolas). Pese a poseer una atmósfera de temperaturas extremas, sus habitantes se caracterizan, principalmente, por la frialdad.
Habitan en los cráteres más profundos del planeta, creados por el acoso de meteoritos durante siglos, y donde el calor diurno prácticamente no llega. Son zonas heladas, donde los mercurianos han construido toda una civilización en desarrollo.
Los mercurianos enamoran físicamente. Son fuertes, de carácter seguro, centrado y serio. Tienen sin embargo, una carencia enorme, y es, como he indicado, su frialdad.
Son seres abiertos al amor, no lo niegan, pero su manera de demostrarlo es nula. Una no sabe prácticamente qué es lo que siente un mercuriano…y llegas entonces, a acostumbrarte, a una vida en la que el cariño, la atención o el romanticismo son casi inexistentes. La desatención no es intencionada, simplemente son así.
Los marcianos somos seres volátiles, sensibles, cercanos, románticos sobre todas las cosas…por ello que nuestra curiosidad en este planeta se alargara en el tiempo…era tan increíble encontrar en el universo nuestra antítesis, que mereció el estudio, la experiencia.
Es cierto ese dicho terrícola que indica que “los polos opuestos se atraen”…a esta marciana le costó mucho separarse del polo negativo…pero debía seguir mi camino en el espacio.
Seguiré informando.