martes, 26 de junio de 2012

En busca de un sueño.


El espíritu del tiempo habita en el corazón de un viejo tronco, en cuyas raíces dormitan algunos de nuestros sueños.
Para llegar hasta él, intenté convertirme en mariposa y libar de las flores que ocultan su paciencia, pero aparecí como un abejorro de culo gordo zumbante…igualmente no me quejé, al menos podía volar.
Quería recuperar un sueño perdido en algún lugar de aquel madero milenario…y sólo su morador conocía el lugar exacto.
Emprendí mi camino en la noche, surcando las mañanas del color de la primavera a orillas de una roca de cascada. Sin prisa pero sin pausa, me entretenía de vez en cuando a saciar mi sed en alguna que otra margarita del color de las estrellas… ¡se las recomiendo!, tienen el sabor celeste del helado más fresco…
Hay que explicar que cuando uno alcanza la meta del tiempo perdido junto a aquel árbol, cada segundo  se convierte en minuto, y cada hora es un día…el tiempo no es tiempo en el sueño del maestro relojero…es magia que gira al vaivén de su voluntad…y la paciencia se convierte en virtud y aliada.
Yo llegué a sus cercanías una brillante noche de sol en cuarto menguante, noté que me acercaba cuando el palpitar de mi corazón se fue pausando: pupumpum, pupum, pum, pum…pum…pum…y es que el mago controla su espacio, para que todo sea sincrónico. Nada es al azar, ni tan siquiera el suave pulular de mis alas de seda, o mis suspiros impacientes…la sinfonía de sonidos que se escucha alrededor del árbol es perfecta, sin más.
(Continuará)