miércoles, 25 de febrero de 2009

Sentimento.

Luchaba contra las palabras que se apelotonaban por escapar de mi boca. Apreté entonces los labios para que por lo menos, mi orgullo, no se hiriera al escupirlas. Y el alcohol es mal amigo y la fiesta su compañera, así que intenté entretener mi paso entre notas musicales.
Pero mis ojos no pueden mentir…y siempre acababan chocando contra los suyos. Y mi corazón, ¡Boom! Explotaba…y esa tonta sonrisa que no me abandona cuando la miro…preciosa envuelta en plumas…perfecta sobre el tacón. Perdona mi indecisión…
¡Cómo explicar, sin herirte, que te deseo!, ¡que sueño con probar tus labios y tus pechos firmes!, ¡que mis brazos rodeen tu cintura y en un juego de figuras no puedas desengancharte! Mujer…no puedo explicarte…
Soy un payaso triste, que como el león de Oz, no sabe encontrar valor.

domingo, 22 de febrero de 2009

Sin importar...

Con meditación y dolor inició el vuelo. Las alas empezaron a batir, incluso antes de que ella pensara tan siquiera en abandonar…era extraña su autosuficiencia. Su poder evasor. Y el silencio ante la huida ya tan próxima, retumbaba en su conciencia.
Y quiere viajar…no abandonará…sin importar, luego echarse de menos.

lunes, 16 de febrero de 2009

En el camino. Punto y seguido.

No tengo esa capacidad, no para el punto y aparte…y sigo.
No guardo rencor, no almaceno, no acumulo. Punto.
En este estado pausado me mantengo, alerta y en pie, expectante, a tus movimientos que me pierden y que nublan el camino cada vez más, empañando mis ojos. ¿Acaso me escuchas?
Es tan fácil elucubrar sobre tus razones inconfesas que pasean en la espera. Punto y seguido.
Espero tu paso y reanudo mi andar. Punto.
No hay mapa, no hay camino. Persisto y sigo…punto y seguido.
Mis alas de mariposa, quemadas, se auto regeneran y como el fénix, nacen de sus cenizas transformadas.
En el sendero hay camino, en el trayecto los puntos que aparto. Punto y seguido.
Y sigo, te sigo.

miércoles, 11 de febrero de 2009

Al otro lado.

Sentada. Mantenía las piernas unidas y ladeadas, en una postura decorosa e inalterable. El torso, erguido, para que su rostro recibiera agradecido los rayos de sol. Entrelazaba sus manos bajo el pecho, que aferraban un bolsito negro acomodado a su cuerpo. Vestía un traje sin vida, que se perdía en el graffiti del banco sobre el que descansaba. Anacrónica. Invisible.
La juventud, que había salido corriendo un día, se mofaba de ella a través de las palabras de los niños, o de la miradas compasivas de los adultos. Su dignidad se tambaleaba sobre un borde muy fino. Era un esfuerzo mantenerla en equilibrio, lo conseguía a través de su carácter disciplinado.
La vida jugó con ella, pero nunca se aferró a un rosario ni a una oración ante los problemas. Su fe murió con sus hijos, con su amor. Con la edad se había autoafirmado en sus convicciones. Dios no existía.
Así que allí se encontraba, como cada domingo. Observando la vida y esperando la muerte. Nadie con quien hablar, nadie con quien compartir. La mirada perdida, siempre ausente. Lo que ante ella acontecía se desarrollaba en blanco y negro, como en una película antigua. En otra época, en la que desde aquel banco, asida a la mano de su marido, veía a sus hijos jugar. Crecer.
- ¡Cuidado Martín!- gritó- lo cual hizo que la gente volviera a mirarla de aquella forma.
- ¿Se encuentra Ud. bien?- le preguntó un caballero. Sin respuesta y avergonzada, emprendió el camino a casa, perdida, hasta que reconoció la estatua del ángel que daba inicio a su calle.
Lo había conseguido. Cada vez, era más difícil recordar… ¿Cuánto llevaba dando vueltas? Al llegar a casa, llamaría por teléfono al servicio de información…ellos siempre contestan.
- Hola mi niña, ¿qué hora es?

sábado, 7 de febrero de 2009

Se fue un día.

La veo…al entrar por la enorme puerta…pasando el patio de sus flores…en su silla…junto a su columna…en su continua espera…
La veo…en su cocina de puerta verde…que guarda la taza metálica más memorable…de donde todos bebimos el agua más saciante…donde se preparaba el café más dulce…
La veo…sentada…con esa expresión mitad sonrisa…mitad tristeza…con sus manos entrelazadas bajo su pecho…con sus dedos juguetones creando círculos sin fin… los años pesan…siempre fue abuela…
La veo…con su pelo…rizado…siempre gris…sus arrugas…siempre anciana…sus enormes gafas…sus trajes…siempre de color…sus medias…su religiosidad…atada a un rosario…su voz…orante…susurrante…dedicada…devota…
No pude despedirme…no pude…más que esperar por sus recuerdos…más que esperar porque volvieran con ternura…y así retenerla para siempre…como una fotografía…ya es recuerdo…permanencias de mi memoria…de mi palabra…
No quise despedirme…no quise…y te esperé con el sol para saludar tu paso cansino y triste hacia el altar…
Pero no lo veo…

lunes, 2 de febrero de 2009

Desde el final.

Desde el final no hay comienzo. Nada empieza, sólo acaba.
Desde tu habitación oscura, llena de fantasmas invisibles, no puedes salir a mi jardín…a jugar. Y la decepción empaña las ventanas de mi coche, que se despiden de tu imagen esquiva a mi tímido contacto. Y ruedan las ruedas de mis redondas lágrimas, secas, porque no llegan a ninguna parte. Se pierden el deseo, la ilusión…el juego, por la calle del engaño. El mapa de mis pies retomará el camino de una nueva esperanza y el viento borrará los saltos que di para alcanzar tu ventana. Mis alas, quemadas por el esfuerzo, se deshicieron entre las dudas.
No hay más.
No hay inicio, sólo conclusión.
No hay tela sin entramado.
No hay dibujo sin un trazo.
No hay intención sin valor.
No hay nada…no hay amor.