miércoles, 17 de febrero de 2010

Noche de Carnaval.

Estaba pasando una noche de carnaval perfecta. El disfraz era todo un éxito; entre el antifaz y lo colorido, las risas no faltaban entre las amigas que bailaban al son de Celia Cruz.
Iban repletas de alegría, mezclado con ron-cola y muchas ganas de festejar. Compartían ese estado en el que medio levitas, medio tocas tierra, llevadas o balanceadas por un mar de gente disfrazada.
En ese oleaje, ya había tropezado con un amante, con el que no pudo resistir recordar buenos tiempos (licencias: todas permitidas); con un candidato que desechó tras contemplar su espalda peluda y como no, con un ex…de esos que te encuentras con su nueva novia.
Él, disfrazado con el mismo traje que hacía tres años (de esta se convierte en un personaje del carnaval- pensó-.) y ella con uno original, de flor, florecilla, o florecita… (Irónico pensar que le faltaban un par de pétalos)
La cosa es que es una noche de felicidad, alegría, buen ambiente que se rompió cuando se dirigió a saludarlos. La pequeña capulla en flor, es de suponer, no pudo resistir los celos y lo más original que se le ocurre decir es:
- Yo por lo menos soy más educada…

Ante tanta originalidad de la flor marchita, se dio media vuelta y les deseó todo lo mejor, sin antes indicarle:
- “Mija”, todo pa’ ti.- está claro que no es un lenguaje del todo correcto, y que evidenciaba, probablemente, su estado de embriaguez, mezclado con el de... ¡y a mi qué!...
Lo que la pobre no sabía, era que cuando él la conoció, le había confesado que no le gustaba mucho porque no tenía tetas… (palabras exactas).
Siguieron la noche mágica de carnaval entre mascaritas alegres, personajes dispares y risas amistosas y fue, analizando las situaciones miles con las que se tropezó, lo que la llevó a recordar esta, llegando a la conclusión de que, al pobre cardo, quizás, le falta un poco de agua, es decir, no la riegan bien o lo suficiente…ya que no le han crecido nada de nada “los pétalos”.
¡Feliz Carnaval!

lunes, 1 de febrero de 2010

De la rima del corazón.

Leía, y mientras, se dibujaba una sonrisa…se dio cuenta que la llevaba puesta. Si, esa sonrisa mitad emoción, mitad nerviosa…encajando con ilusión cada palabra, pero sin implicarse mucho…que después duele.
Siempre con el corazón…casi nunca con la cabeza. Aprendiendo a base de pedradas…
- ¡Blum!
- ¡Ay, que duele!
Y es entonces cuando se crea esa capa que tanto cuesta rascar…
- ¡Ras, ras, ras!...y sigues arañando, pero nada…y cuando crees que lo tienes…pues se va…y como Benedetti: “corazón coraza”.
Y no estás, pero estás… (y te pienso)
Y no estás, pero estás… (y te imagino)
Y no estás, y me derrumbo…y mientras se escucha lo q cae…
- Brrrrummmmm…con un sonido profundo, que vibra en las paredes del corazón…y a su vez se autoconstruye para no dejar paso a otro impacto similar…y te vuelves cardiópata, porque sufres del corazón, porque su sonido nunca más va a regularse, porque el tambor que te guía ya no tiene ritmo y su rima es disonante:
- Pum, pupum, pum, pupumpum…y así sucesivamente, constantemente, eternamente…
- ¡Ras, ras, ras! (te escucho arañándome el corazón)…