domingo, 21 de abril de 2019

Un corazón...

Miré a la dependienta y le solicité amable me dispensara:
-Un corazón...fuerte y duro como una piedra, pero algo agrietado...por favor.
-¡Nadie quiere un corazón agrietado!-me dice la dependienta extrañada-gustan los fríos e irrompibles y en ocasiones los cubiertos de chocolate, esos gustan a todos. Están los bañados en licor, o los que apenas laten, los viles, los desesperados, los desbocados y los arrítmicos...pero duros y además ¿agrietados? No sé si tendré algo así, la verdad...
Esperando mi respuesta y con la paciencia que posee un corazón roto, le indiqué:
-Lo necesito pétreo para que no me hieran, pero agrietado para que, si permito alguien lo roce, se dosifique poco a poco, se filtre y no duela…
Necesito por favor un corazón…uno que no sufra frente al desamor, que tenga las respuestas contundentes y sin sentimiento, que se defienda del dolor y sobretodo de la tristeza...quiero sustituir mi corazón herido, veraz y real porque lo entregué entero y lo he perdido…ya no es mío y no regresa Srta. dependienta, no quiere... así que me veo en la necesidad de comprar un corazón nuevo...porque conozco de personas que andan por ahí sin corazón, pero eso para mí es imposible…
Igual tengo que explicarle que soy marciana, y que dentro de esta humanidad en la que he decidido residir temporalmente, lo que más me gusta es tener corazón…palpitar…así que, en la medida que Ud. pueda, y si es posible, necesito lo que le pido…
Tras largo rato en la trastienda, salió con mi corazón. Pagué más barato de lo que pensaba y mientras abandonaba el local, la dependienta, aún reaccionando a nuestra conversación, dijo en alto:
-¡Marciana dice! -y rió a carcajadas…supongo que fue lo que, de todo, más le extrañó.