
Iban repletas de alegría, mezclado con ron-cola y muchas ganas de festejar. Compartían ese estado en el que medio levitas, medio tocas tierra, llevadas o balanceadas por un mar de gente disfrazada.
En ese oleaje, ya había tropezado con un amante, con el que no pudo resistir recordar buenos tiempos (licencias: todas permitidas); con un candidato que desechó tras contemplar su espalda peluda y como no, con un ex…de esos que te encuentras con su nueva novia.
Él, disfrazado con el mismo traje que hacía tres años (de esta se convierte en un personaje del carnaval- pensó-.) y ella con uno original, de flor, florecilla, o florecita… (Irónico pensar que le faltaban un par de pétalos)
La cosa es que es una noche de felicidad, alegría, buen ambiente que se rompió cuando se dirigió a saludarlos. La pequeña capulla en flor, es de suponer, no pudo resistir los celos y lo más original que se le ocurre decir es:
- Yo por lo menos soy más educada…
Ante tanta originalidad de la flor marchita, se dio media vuelta y les deseó todo lo mejor, sin antes indicarle:
- “Mija”, todo pa’ ti.- está claro que no es un lenguaje del todo correcto, y que evidenciaba, probablemente, su estado de embriaguez, mezclado con el de... ¡y a mi qué!...
Lo que la pobre no sabía, era que cuando él la conoció, le había confesado que no le gustaba mucho porque no tenía tetas… (palabras exactas).
Siguieron la noche mágica de carnaval entre mascaritas alegres, personajes dispares y risas amistosas y fue, analizando las situaciones miles con las que se tropezó, lo que la llevó a recordar esta, llegando a la conclusión de que, al pobre cardo, quizás, le falta un poco de agua, es decir, no la riegan bien o lo suficiente…ya que no le han crecido nada de nada “los pétalos”.
¡Feliz Carnaval!