Caminaba por el pasillo, cuando la vi acercándose hacia mí arrastrando los pies que calzaban unas pantuflas desgastadas (supongo por un gran proceso de fricción continua contra el suelo) de color rosa. No combinaban con su batín azul cielo que llevaba bien atado, cubriendo un pijama que se dejaba entrever entre las solapas. Se arrastraba cansinamente pero decidida, y cuando estuvo a mi altura me miró y con su mano derecha se cogió el labio, mostrándome la zona interior del mismo.
- ¿Ves esto?- me dijo con el labio abierto hacia fuera- ¡estoy quemada!, ¡me voy a morir!-yo necesité unos segundos para valorar si ciertamente había escuchado bien, pero ella continuó.
- Y ahora lo que voy a hacer es tirarme por el balcón de aquella habitación…- Perplejo no supe qué decir. Ella sin embargo, siguió su camino hacia el final del pasillo.
Fui rápidamente a la enfermera jefe para comunicar aquel intento de suicidio, sin quitarle ojo de encima a la susodicha, que pasaba justo en ese momento por el control de planta. La enfermera se dirigió a mí muerta de la risa…
- Esa es Dora, Aarón-entre risas, como he dicho- si cada vez que se va a tirar le hubiéramos hecho caso, el servicio de emergencia tendría que ponerle un guarda personal y exclusivo para ella solita. No te preocupes y haz la ronda.
Hice mi trabajo ese día, y al siguiente, efectivamente, cuando llegué a planta, Dora me saludó:
- ¿Ves esto?, estoy quemada, ¡me voy a morir!