martes, 3 de marzo de 2009

Tatoo.

Mejor el dragón que mamá. Había sopesado las dos variantes: amor de madre o mito viril…no dudé.
Era un dragón enorme con sus alas desplegadas, su enorme cola de reptil saurio y esa mandíbula acolmillada…me iba a enfrentar al reto. Tardaría varios días en acabar con él, pero merecería la pena. Así que aquella misma tarde me dirigí al salón de tatuajes y señalé al dibujante mi elección. - ¿Y dónde quieres el animalito?- preguntó.
Mostré mi brazo enclenque y sin rayos uva. Él, su arsenal de agujas. Suficiente para pensar en mamá y abatir el mito…
Y es que su nombre ocupaba menos.

2 comentarios:

CoCo dijo...

Jajajaja :))))

Ayy chica escritora... lo mismo evocas una nostálgica tristeza que retuerces una situación cotidiana hasta exprimir de ella una carcajada.

Isabel de León dijo...

M alegra sacar tus carcajadas!!jejeje

Riamos pues...