En un pasillo estrecho, angosto, tacaño al espacio y con seis ventanas colgantes, dejé un rastro de migas. Los pájaros se posaban desconsolados ante los cristales, celdas de su deseo. Y al final del camino, creado por el hambre de la esperanza, te espera la chica que conoces. No temas. No hay más.
martes, 9 de diciembre de 2008
Entrecuentos.
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1 comentario:
Hola buenas...sí el último relato te suena. je je, recuerda que los relatos de el cambio climático se mueven en el contexto de distopia...je je...
bonitos esos zapatitos rojos en el reino de oz...
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