domingo, 21 de diciembre de 2008

Sin infancia.

Si no tuvo usted infancia, oposite para registrador. Así rezaba el cartel, al estilo del tío Sam americano, que me atraía inexplicablemente. Las proporciones eran enormes, y habían acertado al colocar un modelo robótico biónico de última generación como reclamo.
La posibilidad de optar a puestos oficiales era ridícula para un humano, desde hacía años, estos escalafones estaban ocupados por entes de alta capacidad, reprogramables y actualizables, cuya función era estar al día del amplio marco legal.
Siempre pensé que la revolución robótica humanoide se nos había ido de las manos…y no me equivocaba. Hasta los robots tenían que trabajarse su lugar en este viejo mundo.

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