Por el camino a casa le conté a las nubes que te había besado. Di gracias a las flores por ayudar en mi súplica y le grité al viento hasta dónde llegaba tu belleza. Y esperando el nuevo día me dejé dormir pensando en ti.
- ¿Realmente eras tú?
- ¿Lo recuerdas entonces?
- Aún conservo la flor entre dos pliegos de papel.
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