En un pasillo estrecho, angosto, tacaño al espacio y con seis ventanas colgantes, dejé un rastro de migas. Los pájaros se posaban desconsolados ante los cristales, celdas de su deseo. Y al final del camino, creado por el hambre de la esperanza, te espera la chica que conoces. No temas. No hay más.
viernes, 21 de noviembre de 2008
Poeta encubierto
No sabía que aquel culo era un corazón dibujado en su honor, porque ¿cómo decirle a Elsa que la quería sin quedar delante de los otros como un imbécil? Así que dedicaba su tiempo en hacerle mil y una perrerías para llamar su atención. Sus amigos le reían las gracias y ella, para su pesar, lloraba en el recreo desconsolada. Lo que desconocían era que tras cada travesura, el escribía cartas de perdón que nunca se atrevió a enviar, en las que además, declaraba su eterno amor. Así que hoy, Elsa, me redimo desde aquí. Me declaro cautivo de tu amor y poeta de tus besos…tirón de coleta.
3 comentarios:
Ummmm... tiene algo de autobiográfico?? A quien le hacías perrerías por amor en el cole?..jejejejej.
Muy bueno migar.
Jajaja...me las hicieron a mi, un día t cuento la historia...jeje
Gracias
Bsos
...cuenta la historia!!!! Parece muy interesante. Beso y tirones de coletas, pataditas en las canillas y bajadas de pantalón.
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